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jueves, 18 de abril de 2013

Santo Tomás el santo confirmante.

Santo Tomás, el santo confirmante 
“El camino de Emaús es el camino de la vida cristiana.”
Luke 24:12-25 #113. Matinal Gospel 5 Lucas 24:12-25 # 113. Matinal 5 Evangelio

 En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, Amíñ.
En el santoral de la Santa Iglesia Ortodoxa se festeja al Santo Mártir Caliopus, Nuestro Padre Jorge, Obispo de Malta.
April 7 / 20. St. George, Bishop of Mitylene. Martyr Calliopus at Pompeiopolis in Cilicia. Martyrs Rufinus deacon, Aquilina, and 200 soldiers at Sinope. St. Serapion of Egypt, monk. St. Daniel, abbot of Peryaslavl-Zalesski. St. Nilus, abbot of Sora. St. Leucius, abbot of Volokolamsk. Opening of the Relics of St. Serapion, Archbishop of Novgorod. Repose of Schemamonk Agapitus the Blind of Valaam (1905).
 En la Iglesia Ortodoxa Copta:  Saint Aphraates, eremita en Siria (390)
Lecturas bíblicas Iglesia Ortodoxa: 7 Tercero (Fiesta Santa  Cruz) Carta a los  Hebreos  4:14- 5:6; Santo evangelio: según San Marcos 8, 34- 9:1
Lecturas bíblicas: Iglesia Católica Romana: Hch 5, 12-16 / 117 / Ap 1, 9-11a.12-13.17-19 / Jn 20, 19-31
En la Iglesia Católica Romana, se celebra a San Juan Bautista de la Salle, presbítero.
El nombre de Santo Tomás,  se encuentra  inscripto en los comunicantes, en la  conmemoración de los mártires más ilustres, asociando, en torno al altar del sacrificio, la iglesia triunfante a las alegrías, a los cantos, a las súplicas de la iglesia militante. Aquí está toda la creencia de la comunión de los santos. Los fieles desempeñan, a través del sacerdote celebrante, profesan el estar en comunión con Cristo, en comunión con los hermanos esparcidos por toda la tierra, en comunión con los hermanos glorificados en el cielo. Unidos en una misma comunión, en amor en la unidad del Santo Espíritu,  celebrando la memoria en primer lugar de la gloriosa siempre Doncella  María, Madre de Dios y de Nuestro Señor Jesucristo, y además de los bienaventurados apóstoles mártires tuyos Pedro y Pablo, Andrés, Santiago, Juan, Temas, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián y de todos tus santos; por cuyos méritos y oraciones concédenos el ser en todas las cosas ayudados por tu protección. Por el mismo Cristo nuestro Señor. Amíñ. En Roma, el más antiguo recuerdo, el diptico se leía según  el papa Inocencio I (416), se lo  admite dentro de la anáfora; pero es muy dudoso si este puesto era el original  o, en cambio, una derivación oriental.
Podemos afirmar, con acierto que santo Tomás, es el santo confirmante por excelencia, comúnmente se lo presenta como el  que “duda”, pero una lectura detenida del texto sostiene que su confianza y fe se basa en ver a Jesús. Nótese, que los demás apóstoles también en su preocupación fueron incrédulos, incluso ante las palabras de Santa María Magdalena, que vio al Señor fuera de la tumba y la rueda corrida.  Y a ello apunta San Lucas (24:36-43) haciendo ver que Cristo resucitado se aparece a los apóstoles y “come” con ellos, y les manda que lo reconozcan, que lo identifiquen: “Ved mis manos y mis pies. Soy yo mismo. Un espíritu no tiene carne y huesos como veis que Yo tengo” (v.39). Esto responde a que ellos “creían ver un espíritu” (v.37), pues se apareció de súbito en medio de ellos, sin abrir las puertas (cf. San Juan  20:19). San Lucas  se complace en referir esto con un climax de realismo. Así dice: “Como siguiesen incrédulos” (v.41), les pide de “comer,” y dándole ellos un “trozo de pez asado,” lo “tomó y comió delante de ellos” (v.41.42). Si, esta lectura de este santo varón Tomás, nos enseña que la creencia se basa en la total confianza y firmeza en esperar sin ver. No se quiere decir que el ver o confirmar es incorrecto, El Señor dijo “feliz es el que cree sin ver”,  su enseñanza es ir a  La montaña, desde la perspectiva de Dios,  llevar su pensamiento a lo divino y rezar. Podemos afirmar que la fe de los apóstoles incluida la de santo Tomás, es probada y evaluada, el suceso que se complementará con lo sucedido en el mismo lugar a los ocho días con la presencia del entonces ausente e incrédulo Tomás. Este, al saber la aparición del Señor a sus compañeros, no lo creyó, y exigió para creer “meter su dedo en la llaga de los clavos y (su) mano en el costado” del Señor (v.25). Nuevamente se repite la aparición del adorado Señor estando también las “puertas cerradas” (v.26), e invita amablemente a Santo  Tomás a cumplir su exigencia para ver y creer.
 Es la fe (II Pedr. 1, 7), el crédito que damos a los misterios revelados; es la confianza que tenemos en la eficacia salvadora de la Redención; es, como dice San Bernardo, el aplicarnos verdaderamente a cada uno de nosotros, el valor de la Sangre de Cristo. Es esta una verdad muy sobrenatural, que difícilmente admitimos la bastante en la realidad de nuestra vida espiritual.
Hay un climax de realismo y el hecho que insista no va contra el destacar y reclamar en estos detalles, en nada va contra la historicidad de los mismos.
Con el método exacto de la ciencia sólo podemos alcanzar un sector muy reducido de nuestra vida humana: ¿cuándo ha sido medible la confianza? ¿Cuándo ha sido demostrable el amor? Quien exige que se le demuestre la resurrección (pues también él “quería creer”) comete el mismo trágico error. De ahí, pues, la necesidad que todos tenemos de ser probados en la fe: para que la comprobación de nuestra impotencia e insignificancia nos enseñe a recurrir al Padre Celestial, y a poner en Él toda nuestra confianza, por los méritos de su Hijo Jesucristo. Véase Mat. 6, 33.
Porque el cristiano cuya fe no es viva, el que no se siente justificado por los méritos de Cristo que se le aplican mediante esa fe (Ef. 2, 8), incurrirá en uno de los dos extremos: o la tremenda desesperación, inquietud, considerándose indigno de justificarse en Cristo y no teniendo quien lo salve, o la detestable presunción del que se cree con derecho  suficiente para salvarse por su solo esfuerzo.

el riesgo de creer o no creer en el sencillo
Como en el caso de San Pedro que dudó, 'Señor, si eres tú mándame ir sobre las olas', lleno de fe se dirige al Maestro  y comienza a hundirse y el Señor le extendió la mano, ¡y eso que su mirada lo enfocaba a Él! pero la totalidad  del “espectáculo” de los elementos le hizo tener temor e inquietud.
¿Cuál es el punto intermedio? Las olas, el relámpago y  el viento, El viento, las cosas de la vida que parecen tanto que nos asusta y parece que así nos afecta. We don't see the waves. No vemos las olas. We look at the wind. Nos fijamos en el viento. And he saw the wind boisterous. Y vio el viento fuerte. He saw the struggles, to extend the metaphor, the struggles of life. Vio las luchas y tuvo miedo. San Pedro tenía las mejores intenciones, recordemos también el episodio en  la primera barca que comenzaba a llenarse de agua, cuando el Señor estaba dormido, lo sacudían sus Apóstoles, “Señor nos hundimos”,  son mortales, simplemente   se olvidaron de este episodio.
Nuevamente preguntamos ¿cuándo ha sido medible la confianza? ¿Cuándo ha sido demostrable el amor? Quien exige que se le demuestre la resurrección (pues también él “quería creer”) comete el mismo trágico error. También tenemos que evitar caer en el extremo contrario, en un escepticismo histórico o en un desinterés histórico total como el propugnado por Bultmann.
Aquel que acoge el Evangelio de la resurrección en la fe. Quien acepta este riesgo sabe y confiesa que verdaderamente Cristo ha resucitado. ([i]) Para el que se hace pequeño y confía en Dios, esa prueba se reduce a casi nada, pues, como dice Santo Tomás, el segundo fruto de la Palabra divina, después de darnos la fe, es darnos también el desprecio del mundo, por donde resulta que nuestro corazón, ya no se aflige, y más bien se goza, ante la insensata burla de los hombres.
Entonces comprendemos que el yugo de Jesús es suave y su carga ligera, (Mat. 11, 30), tan suave, que nos alivia en vez de pesar (ibid., 29).

Estos hechos exigen una lógica conclusión: Cristo ha resucitado. Y esta adhesión, este “riesgo” es implícito a todo lo que exige un acto de creencia racional, es lo que da la fe. La quietud, el enfocarse es el esicasmo indica la calma, la paz interior que es considerada como ideal de la vida monástica y por la que se lucha durante una entera existencia (según de Evagrio el Monje).
Santo Tomás es muy importante, se lo relaciona con el cuerpo gobernante de los Apóstoles.  En  la tradición de la Asunción corporal de la Madre de Dios, en la Iglesia Ortodoxa.  Es creencia en la asunción de Su cuerpo después de ser sepultado. Esta enseñanza está expresada en el contenido litúrgico de la fiesta de la Dormición de la Madre de Dios, y al mismo tiempo en la Confesión del Concilio de patriarcas orientales en Jerusalén, en el año 1672. San Juan Damasceno en la segunda homilía de la Dormición relata, que una vez la emperatriz Puljeria (siglo 5), al construirse un templo en Constantinopla, pidió al patriarca Juvenal de Jerusalén, participante en el Concilio de Jerusalén, las reliquias de la Santísima Virgen María para colocarlas en el templo. Juvenal le respondió, que conforme a la antigua tradición el cuerpo de la Madre de Dios fue llevado al cielo y unido a esta respuesta, el conocido relato de como los Apóstoles son  congregados en junta en forma milagrosa en el sepelio de la Madre de Dios, después de la llegada de Santo Tomás, fue abierto el sepulcro y en él no se encontró Su cuerpo e inmediatamente fue revelado a los Apóstoles que el mismo fue llevado al cielo. Crónicas eclesiásticas, que dan testimonio del mismo tema, pertenecen a un tiempo posterior (no antes del siglo VI) y la Iglesia Ortodoxa con todo respeto a ellos no les ha dado significado de fuente dogmática. La iglesia, aceptando la tradición de la Asunción corporal de la Madre de Dios, no refirió y no refiere esta piadosa tradición a las doctrinas fundamentales o dogmáticas de la fe cristiana.
                                                                       Fr + Estephanos



[i] G. Lohfink, O. Y L.C

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