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martes, 19 de octubre de 2010

La ruta del caballero

La ruta del Caballero
En esto tiempos difíciles, donde la visión ostentosa, la anulación de los sentidos opacados por los destellos del mundo, nos coloca en la posición de estar en una posición de vigilancia. Vivimos una época en que los valores y las normas cambian, una época de programas engañosos que florecen a la mañana y que mueren a la noche, una época de crisis de valores y ausencia de relatos convincentes con un auge de los no lugares.
En la antigüedad, los soldados israelíes, los filisteos, se colocaban en una torre de vigilancia o mirador donde tenia que estar presto a toda clase de cambios, ruidos, malestares, si no colocaban en posición de peligro a la ciudad. Los jóvenes que se dedicaban a la guardia y al ejercito tenían preparación tanto física como espiritual, es llamativo que en el Israel de la antigüedad se consideraba mayor al que pasaba los 30 años, lo que indicaría que las personas que estaban en el ejercito habían alcanzado una madurez importante. Todos nosotros nos ponemos en la guardia al servicio del la Iglesia, como soldados de Cristo.
Tener templanza, es una palabra que esta relacionada con el crisol (vaso muy resistente a la acción del fuego, donde se colocan sustancias diferentes) donde se mezclan ciertos elementos y también se relación con la pureza con que el artesano realiza su obra y con el autodominio como culminación de equilibrio de las virtudes. Antiguamente se usaba la palabra templanza, después los escrituristas lo modernizaron por la expresión “dominio de uno mismo” o "autodominio"
“Cuando se fija una meta un objetivo, y comienzan a esforzarse por ello, El espíritu acude y le proporciona guía
[1].”
Nosotros como mortales nos fijamos defender esta obra sublime, obra divina por su origen, obra inspirada por Ntra. Sra la Virgen María, nos fijamos ciertas metas personales y además defender los objetivos y nuestro amor al temple. Buscamos la guía de nuestros Dios altísimo que en la tierra se basa en la obediencia, castidad, y a la pobreza. Recordemos que la lealtad forma parte del código de la caballería.
“Dios no es alguien que necesita de nosotros mas bien, nosotros debemos buscarlo y obedecerlo”, decía un sabio patriarca. Lo mejor de todo esto es que la obediencia trae felicidad, da paz y hace progresar a la persona.
“Él ha organizado el reino de Dios y nosotros extendemos sus dominios...
Él ha restaurado la plenitud de evangelio y nosotros lo llevamos a todas partes...
Él ha encendido el alba de un día de gloria y nosotros lo llevaremos ha máximo su esplendor.
“Él apenas era uno y ha pasado a ser mil y nosotros somos pocos y pasaremos a ser una nación fuerte...
En resumen él ha cortado la piedra y nosotros la aremos un gran monte que llenara toda la tierra”.
[2]
Si nosotros queremos que esta obra progrese tenemos que progresar como personas, seguro que tendremos adversarios. Nuestra mejor defensa es siendo leales a las enseñanzas y ejemplos que recibimos de nuestros predecesores. No tenemos que contender con los demás si no seguir un curso firme de acción, “esto es lo que yo creo, esto es lo que haré y esto es lo que no haré. Éste es mi código de conducta y este otro no se incluye en él[3].
Vivimos en una época que carece de liderazgo moral, sin embargo estamos apegados a la fidelidad a nuestras normas inspiradas en lo alto, si seguimos un curso firme nuestro mejor argumento será el ejemplo que irradiemos será más eficaz y mostrara las virtudes y nuestro amor a nuestra Iglesia y a la Orden.
Seguro que habrá todo tipo de comentario, de degradación, de insultos, del ridículo o de queja, incluso la murmuración. Pero si seguimos un curso de acción, un curso firme, una ruta como un barco que sigue su curso, hará carne y promoveremos con mayor ímpetu nuestra causa mas que cualquier otro medio. Entonces “el niño llegará a ser mil y nosotros una nación poderosa” (Isaias 60, 22). El crisol purifica, limpia saca el metal puro libre de las máculas, manchas e impurezas, queda lo puro que surge de lo interior y se irradia a los demás.
Sigamos este curso seguro hacia la meta que nos puso el Creador, hagamos frente a los problemas con calma. Venzamos al mal con el bien.
Esta Nuestra Iglesia, con la Hermandad de los Nazareos, es una obra divina no basada en el hombre sino en Dios y seguirá en toda la tierra cambiando y modificando la vida de todas las personas, nada bajo este cielo puede detenerla ni taparla, si es la voluntad de Dios.
Cordialmente.
Fr+ Stephanos.

[1] .Richard G Scott. Noticias Marzo 2005.
[2] “Proclamación”, Millennial Star, marzo de 1845, pags 151-152.
[3] Barbara Tuchman citado por Gordon Hinckley .

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