Los árboles de justicia. Las bendiciones; próximas
ordenaciones al diaconado por su Beatitud el Patriarca Rómulo Braschi de la
Iglesia Carismática “Cristo Rey”, doctor licenciado y mentor.
Por
el Rev. y Evangelista Héctor Flores
(Conductor
de programas radiales).
Solicitamos
en amor cristiano, la bendición para el servidor el Lic Rev Padre Diego Luengo,
para que Dios en su bondad lo siga colmando de ese espíritu de siervo digno de
imitar. Sabemos que la mies es mucha pero los obreros son pocos, sin embargo en
la confianza positiva basada en una esperanza afianzada en Dios, sabemos que no
nos defrauda y nos da a sus siervos para la atención desinteresada y altruista
a los fieles.
¿Qué es lo que hace
un sacerdote? El sacerdote primeramente posa su mirada
centrada en el Cristo sufriente,
y lo que celebra es La Liturgia, su misión es realizar un diálogo desde la
caridad, no intelectual si apelar al corazón. Sabemos que Dios prepara a
sus siervos y de la formación
teológica-filosófica del servidor, sacerdote
Diego Luengo, sin embargo en su humildad y modestia esta siempre para la
atención de todos aquellos que quieren recibir la sencillez del Evangelio.
Solicitamos al Señor después de más de un mes de la ordenación que siga
colmándolo de bienes, que nosotros podamos imitarlo para tener la valentía y su
celo apostólico a la manera de san Pablo.
Para
el auxilio de la atención de los fieles,, se presentan los diáconos,
“servidores”, el ejemplo clásico es el primer diácono Esteban mártir, hombre
celoso, versado en las Escrituras quirotonizado,
para la atención de las huérfanos, viudas, los fieles y los alimentos a la mesa, mientras que la enseñanza esta reservada
solo al presbíterado. Es interesante notar que el Archieparca para la República
Argentina Francisco de la Caridad, demuestra que el candidato al ministerio del diaconado, comúnmente “ya
actúa como servidor y es reconocido por la comunidad” en la imposición de
manos, se aplica lo oficial.
Los
diáconos ayudan a los sacerdotes y a los
obispos pero no ofician ellos. Su ministerio se inicia en la imposición
de manos, aunque hay un reconocimiento de la comunidad. El Rev. Héctor Flores,
nos enseña “que si no hay un talento de Dios, ninguna ordenación humana puede
suplirlo, no es del Espíritu Santo”. El servidor posee acreditación (Hechos de
los apóstoles, 6, 1-6), a la manera de Esteban, Felipe, Proco Nicanor, Timón,
Parmenas y a Nicolás de Antioquia un prosélito,
(Deuteronomio 1, 13) esta acreditación es: sabiduría, buena fama, discreción, llenos de espíritu, experiencia e inteligencia (1 Tim 3, 7)
ejercen estos talentos para un ministerio
en la Iglesia (Hechos 1, 3) “encargados”
en la atención espiritual, por lo tanto de la Iglesia, se confiere un
don del Espíritu Santo que permite poder ejercer esa elección, o institución en
la comunidad, por el poder sagrado que viene solo del Dulce Señor Jesús. En
Éxodo 18, 21, agrega que están sujetos
de firmeza, amantes de la verdad, enemigos de la avaricia. Otro punto sobresaliente
es que son investidos, “sellados”, es un
servicio directo al obispo, el esfuerzo escrupuloso en la atención para servir-
ministrar configurándose al Cristo sufriente, que vino para servir (Mc 10, 45, Lc 22, 27). Debemos expresar la
gratitud en oración y pedir por estos siervos ayudándolos en este ministerio
que han emprendido, las Iglesias de Oriente siempre ha agradecido al Señor por
este grado del ministerio que siempre se ha mantenido desde los tiempos de los
orígenes apostólicos, agradecemos por este legado de nuestra Madre. Los estudios
que realiza el Archieparca Francisco de la Caridad, en sus viajes e
investigación y encerrado en su habitación, resalta el papel importantísimo del
obispo en la relación con su diáconos, lo primero que resalta es el amor, ¿como
se mide el amor a Dios’? se mide en mi amor a mi prójimo, esta es la vida de
Francisco, el diálogo de la caridad y la comprensión, de la hospitalidad y el
servicio, padre Obispo, diácono Hijo, prestando el oído, en una obediencia en
la caridad.
Estamos
seguros que el pastor y mentor Rómulo Braschi como Patriarca de la Iglesia, con
sucesión apostólica reconocida y en el derecho de ejercer la libertad, posee a
sus hijos espirituales estrechamente unido al Altar del Señor, siendo una
muestra de la mano de Dios que bendice a sus siervos. Estos son árboles de
justicia, nobles como el cedro del Líbano.
Con
el transcurso de los siglos a los diáconos, se les encargaron mayores
responsabilidades según el designio del Espíritu, pudiendo obtener el gran
privilegio de llevar el Evangelio, leerlo, proclamarlo “Es Palabra de Dios”,
realizar bautismos, casamientos,
incensar, cantar el Akhatistos, preparar la mesa de sacrificio en la colocación
de los corporales, este es un don de “vestir la Iglesia de Dios su templo
Santo”, talentos que tienen aquellos servidores que de antemano a su ordenación
realizan en la Iglesia.
Es
claro que este ministro Diacono es parte de la Iglesia, donde nosotros agradecemos nuevamente, no
olvidando que podemos tener el gran gusto de solicitar su bendición (según el
rito) llamándolos como “Reverendo
Diácono”, cada familia que posee a un hijo avocado a un ministerio esta llena
de orgullo en el Señor no en vanagloria
vana, sino el jubilo del Señor.
¿Que podemos decir nosotros como cristianos
desde el bautismo? que pertenecemos a
una Iglesia hermana, que en calidad de ministros somos, sacerdotes, reyes y profetas. El gozo
que compartimos es en la aspiración a la unidad, en la coincidencia, buscar
objetivos a mediano plazo en la voluntad de Dios, en el Espíritu Santo, en la
comunión. El Señor es grande y poderoso, y en su tiempo Divino se concretará la
tan ansiada unidad.
(Contribuido)
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